PARTIDA D&D: Primavera de 1429
Ola soci@s!!
Desta vez traemos o inicio dunha partida para Dragóns e Mazmorras ambientado na Galiza de 1429, un momento combulso da historia da Península, na que viviremos confrontacións entre grandes nobles e como isto afecta a todo-los estratos da sociedade pontevedresa.
A historia está magníficamente iniciada polo noso socio Dani e profusamente ilustada polo noso socio Sergio, que aporta dous mapas para a historia, un da Pontevedra medieval e outro segmentado da Galiza.
Gozade!!
Invierno de 1429, los reinos de Castilla y Aragón se preparan para la guerra, los hijos de Fernando primero, ahora reyes de Navarra y Aragón, se han levantado en armas contra su cuñado, Juan II de Castilla, que cuenta con el apoyo de los principales nobles castellanos.
Los dos bandos convocan sus ejércitos, es hora de comprobar algunas lealtades.
La última vez que había sido llamado por su Rey, Fernán Eannes de Soutomaior había acudido con uno de los mayores contingentes de entre todos los nobles de Castilla, no en vano era la principal casa del Reino de Galicia. Y uno de los mayores armadores del atlántico.
Sus buques cargaban mercancías en los florecientes puertos de Tuy y Pontevedra para distribuirlas desde Lisboa hasta Amberes. Sus naves eran reparadas en los astilleros de La Moureira, donde un importante gremio de armadores, mareantes y trabajadores del mar había visto reducido su poder por las nuevas leyes y edictos reales a favor del Conde.
Favor, con favor se paga. Pero no es barato el favor de un rey, especialmente en tiempos de guerra.
Fernán debía presentarse al menos con 500 infantes y 100 caballeros armados, pertrechados y entrenados para servir en el ejército de su majestad. No podía presentarse con menos tropas que la última vez si quería mantener su posición en la corte. Pero el invierno estaba siendo especialmente duro en sus tierras.
Los temporales otoñales habían arrancado tejados, derribado muros, hundido pequeñas embarcaciones y arruinado cosechas. La comida no abundaba y el comercio había mermado notablemente, por culpa de la mala mar incluso habían perdido una nao cargada de Ribeiro mientras bordeaba el cabo de Ortegal.
Debía acudir a la llamada con un ejército que no tenía y con una situación inquieta en sus dominios, con sus primos los Sarmiento siempre al acecho y esas malditas hirmandades nunca enterradas bajo la suficiente tierra.
Por suerte era un hombre de recursos, sus vasallos no tenían ahora dinero ni comida, pero sí tenían hijos, hijos además difíciles de mantener y alimentar en las actuales condiciones. Es por eso que dictaminó, en su justo gobierno, que aquellas familias que contribuyesen con un recluta mayor de 15 y menor de 40 años podrían verse exoneradas de impuestos durante el tiempo que durase su servicio en el ejercito de su señor. Se ahorraba así la paga de 500 soldados, algo que de otra manera no podría permitirse.
Esos campesinos y pescadores no tenían formación milita, pero en el castillo había buenos instructores, y aún tenía casi seis meses hasta la fecha fijada por su rey para presentarse en campaña, daba comienzo así el reclutamiento.
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