Relato INFINITYtheGAME: KORODERA
A continuación publicamos un pequeno relato realizado polo noso socio Alberto, que no seu momento presentou a un concurso de relatos basados no mundo de Infinity, o famoso xogo wargame da empresa galega Corvus Belli.
El gigantesco pecio negro se mostraba solitario en el vacío, girando en órbita eterna
alrededor de un satélite mediano de un planeta pequeño en el centro de un sistema
alejado de cualquier ruta comercial.
Los expedicionarios nómadas barrían las extensas áreas del sector 233 cuando
encontraron el buque mercante en órbita. Iniciaron la aproximación con sus lanzaderas, 4
naves brillantes que dócilmente se acercaban en parábola hacia el casco de la nave
abandonada. Se acoplaron a lo que parecía la bahía de transferencia e iniciaron la
comunicación máquina para conseguir abrir las compuertas de la bahía.
Estaban seguros de que no quedaba nadie con vida en el interior. No habían respondido a
ninguno de los mensajes en ningún idioma conocido. No habían respondido a ninguno de
los códigos navales ni habían modificado su trayectoria en las últimas dos horas.
Llevaban días orbitando en pérdida de altura constante, entraban en espiral de colisión
contra el satélite y no parecía que fuesen a hacer nada. Si quedaba alguien vivo
necesitaba que lo rescatasen. De cualquier modo, los nómadas deseaban rescatar del
desastre toda la mercancía que pudiera albergarse en el interior de las cámaras del
carguero.
La transferencia de código viajaba a la velocidad de la luz desde las antenas de
comunicación de la lanzadera alfa hacia los puertos receptores de la bahía de
transferencia. Ninguno parecía funcionar y el hacker Tuko comenzaba a impacientarse.
No se lo pensó más, se levantó de su asiento y con grandes pasos se encaminó hacia la
cabina de navegación a través de la pasarela de gravedad artificial. Kira, la capitana de la
expedición se encontraba allí, analizando la superficie del casco del carguero en busca de
alguna fisura o pista de porqué se encontraba en aquella situación.
Tuko quería salir para conectarse directamente a la consola externa de la bahía:
– De ningún modo especialista, continua lanzando código hasta que responda, no va
a salir nadie a pasear, tenemos tiempo de sobra como para empezar ahora con
improvisaciones – respondió la capitana sin ni siquiera levantar la mirada del
monitor de la consola.
– Podría estar horas hablando con esa pared, tiene pinta de ser una nave imperial, si
es como todas tendrá cerrada la entrada inalámbrica.
– Sin duda es Yu Jing, esos motores lineales de aceleración continua para el
desplazamiento de atraque tuvieron que fabricarlos ellos. Solo esos asiáticos
pondrían esos motores para funciones secundarias... Si al entrar vemos que los
podemos soltar me los llevo.
Los motores lineales de aceleración continua eran utilizados en general como propulsores
principales para naves pequeñas, lanzaderas de carga, interceptores o incluso para naves
de superficie. De regulación simple y aceleración rápida, podía lanzar a un interceptor con
una cápsula criogénica a 12 años luz con un solo depósito. Aumentando la estanqueidad
del módulo de habitabilidad y la resistencia del chasis, un interceptor podría entrar por un
agujero de gusano y atravesar la galaxia de una punta a otra. A la capitana Kira le
entusiasmaba la mecánica.
– Bien, saldremos a pasear, pero solo Martillo, tu y yo - a la capitana no le gustaban
los paseos espaciales, demasiados riesgos y nunca salían bien.
Tuko volvió a su puesto, envió la comunicación a Martillo y canceló las emisiones. Se
puso el traje de paseo, la consola, las gafas, la pistola y el fusil. No le gustaba portar
armas pero no quería que la capitana le ordenase volver a recoger su equipación.
Cuando volvió se encontró a la capitana y a Martillo en el módulo de salida preparados
para la acción. Parecía que estuviesen preparados para desembarcar en una batalla entre
xenos y cuerpos artificiales. La capitana ahora le miraba a través de los visores de su
servo-armadura de combate. Media por lo menos 2 metros, el sonido del reactor se
escuchaba como un silbido a su espalda. Aún así, al lado de Martillo parecía solo una
niña. Martillo era un cabo de un metro noventa y cinco centímetros, pesaría más de ciento
veinte kilogramos. Su armadura había sido realizada bajo especificaciones diferentes
debido a su envergadura. A su espalda cargaba un doble reactor y una mochila de
munición para su ametralladora. La ametralladora ya era más grande que Tuko. Aún no se
había puesto el casco, así que Tuko pudo ver los tatuajes de su cabeza y esa sonrisa
confiada de quien esperaba lo peor al otro lado de las compuertas de la bahía.
– No habrá tortas ahí fuera Martillo – le respondió Tuko mientras se ponían cada uno
sus cascos.
– Siempre hay que estar preparado para la diversión hermano – escuchó Tuko a
través de los auriculares de su casco.
A Martillo le encantaba hablar como a un reverendo. Él no mataba, él daba la paz. Era un
animal, pero fuera del conflicto era el tipo más leal que Tuko había conocido jamás.
Una vez listos, las luces verdes del módulo se tornaron naranjas, las compuertas de
acceso a la lanzadera se cerraron. Después, una señal acústica anunció la apertura de
las puertas exteriores. Las luces se volvieron rojas. Tuko iba detrás de sus compañeros, la
iluminación de las armaduras, el color rojo de las placas y el sonido de sus reactores les
hacia parecer demonios. Con razón a la patrulla móvil de Kira les llamaban los Diablos
Rojos. Los tres cuerpos se desplazaron con calma desde la lanzadera hasta la superficie
del carguero inerte. Una vez alcanzaron la superficie, usaron sus soportes magnéticos
para desplazarse hasta la bahía, que estaba a unos diez metros de distancia.
Una vez allí, Tuko se conectó al puerto con un adaptador y un cortafuegos físico. En solo
quince segundos las puertas de la bahía ya estaban abiertas. Doce segundos más y ya
tenía los planos de las cuarenta y siete plantas y un fragmento del cuaderno de bitácora.
Estaba desconectando el cable de puerto y la capitana y Martillo ya avanzaban hablando
a través de sus comunicadores:
– No se para que traes ese arma cabo.
– Los cargueros suelen contar con grandes cámaras diáfanas mi capitán, que sea
una nave no significa que vaya a ser todo pasillos estrechos y camarotes. Además,
para eso tengo a mi sobrina – su sobrina era un revolver de seis balas y cañón
simple de treinta y cinco centímetros, culata de madera y puntero láser. Cargaba
balas del cuarenta y dos perforantes.
– Para este tipo de intervenciones es preferible utilizar armas compuestas de rango
medio, al volver a la nave repasaremos los procedimientos.
– Sí mi capitán.
La capitana empuñaba un fusil multipropósito con lanzallamas. Tuko nunca los había visto
en acción pero tampoco le entusiasmaba la idea, no era amigo del combate. Le resultaba
algo anacrónico con los tiempos que le había tocado vivir.
Seguían adentrándose en la nave sin dejar de utilizar sus soportes magnéticos. La
gravedad artificial seguía desconectada y Tuko no había conseguido conectarla desde el
puerto de bahía. Debían continuar hasta el control de planta a través de pasillos sin
iluminación. Hasta que consiguieran cierto control no permitirían el acceso al resto de la
patrulla móvil. Esperaban en órbita paralela a los alrededores de la bahía.
Alcanzaron el control. Tuko seguía en racha y consiguió conectar los servicios de soporte
de vida para la planta, la gravedad artificial y la iluminación. Se quito el casco en cuanto la
sala alcanzó presión suficiente. Sus compañeros no lo hicieron, siempre estaban alerta.
Aseguraron el perímetro con detectores de movimiento. Dieron orden de entrada al resto
de la patrulla. El baile de lanzaderas se aproximó con armonía hasta la bahía:
– Como a usted le gusta, mi capitana, suave y sencillo – Dijo Tuko mientras echaba
un vistazo a los archivos descargados en su consola – Parece que tuvieron una
fuga en la carga, aunque cuando intento acceder a la información me salta con un
código encriptado, esto me llevará un rato.
Tuko se sentó en el suelo, se puso sus gafas, se recostó contra la pared y se quedó
quieto, como si se hubiese quedado dormido. Su mente por el contrario viajaba entre los
archivos, combinaba los códigos buscando compatibilidades. Atacaba los campos
encriptados con generadores de clave superpuestos y separaba las fuentes vivas para
aislarlas y analizar patrones de mutación. Estaba completamente en trance, hasta que
todo se sacudió. Se sacó las gafas y pudo ver a sus compañeros con las armas
empuñadas y sus armaduras a pleno funcionamiento:
– No se que demonios cargaban en esta nave, pero no es civil, estamos en un buque
de guerra.
– ¡No se donde coño estabas Tuko pero ya no hace falta que me vengas con esas
mierdas! - le gritó la capitana – ¡Tenemos a una puta fragata Yu Jing en la puerta y
como no nos larguemos ya de aquí no volverás a cenar fajitas en mucho tiempo!
La fragata imperial había surgido de la nada en salto hiperespacial justo a unas pocas
millas de distancia del pecio a la deriva. Comenzaron a bombardear las lanzaderas
nómadas, alcanzando sin problemas la nave de la capitana y a otra más. El resto de
lanzaderas comenzaron maniobras de escape, lanzándose hacia el satélite en trayectoria
de entrada. La fragata no les seguiría.
Tuko recibió mensajes de entrada por parte de la fragata:
– Quedan detenidos por invasión de territorio militar Yu Jing, depongan las armas y
dispóngase para su detención en la entrada A de la bahía de carga de la planta
doce – recitaba en bucle el mensaje emitido por canal libre desde la fragata
imperial.
– ¿Dime como se han enterado estos reprimidos de que estamos aquí Tuko?.
– La nave debió comenzar a emitir en el momento en el que entramos, los imperiales
siempre utilizan emisión cifrada para sus comunicaciones de seguridad.
– ¿Y cómo no lo viste?
– No recibí ninguna emisión cifrada en mi dispositivo, no emitía, no se cómo pudo
comenzar de nuevo.
– Búscame una salida y hazlo ya.
– Podemos salir por las lanzaderas.
– ¿Qué lanzaderas?
– He estado rebuscando en los planos, es una nave militar, tiene un puerto
escondido en el nivel uno con naves de guerra, dos lanzaderas ligeras y seis
interceptores clase dominación.
– Hermanos, estos amarillos perdieron sus juguetes caros y ahora nos los piden de
vuelta – dijo Martillo.
Los interceptores clase dominación eran naves ligeras diseñadas específicamente para
anular las posibilidades del enemigo de llevar a cabo un desembarco a gran escala. Se
habían vuelto muy famosas durante los sucesos de Korodera consiguiendo retrasar el
desembarco de tropas del Ejercito Combinado durante dos días sobre el planeta. Al final
los xenos completaron las maniobras de desembarco, pero con tan solo dos portanaves
con unos treinta interceptores consiguieron todo el tiempo necesario para evacuar el
planeta. Por parte del Estado Imperio se había vendido como una misión de ayuda a la
población. Por cada habitante salvado, sacaron de Korodera toneladas de recursos y
datos sobre las investigaciones de un planeta afín a Panoceanía. Las consecuencias de
los sucesos de Korodera trajeron convulsos conflictos entre ambas potencias.
– La tripulación de los interceptores es de al menos 2 pilotos y un artillero, por otro
lado las lanzaderas solo necesitan un piloto – comenzó a divagar la capitana.
– Los interceptores son más rápidos y poseen un blindaje mayor, nos ayudaría a salir
de...
– ¡Cállate!¿Es que acaso vas a ayudarme tu a pilotar ese cacharro? Martillo no tiene
ni el curso básico de piloto y si ahora va a ser que tu eres un experto en control de
naves enemigas es que yo evalúo muy mal a mi tripulación.
– Tiene razón mi capitana, no se pilotar ninguna nave... Ni siquiera tengo licencia de
conducción de cápsula interna – Tuko continuó hablando con cuidado – Pero en
mis ratos libres he estado diseñando un algoritmo de simulación de copiloto,
funciona básicamente siguiendo las instrucciones del piloto principal y corrigiendo
errores de rumbo y gestión de potencia, si desconecto el interceptor de la red
principal de datos y bombardeo su cortafuegos con...
Kira había tapado la boca del hacker con su mano mientras le observaba a través de sus
visores.
– Al final nuestro pequeño brujo va a resultar ser el profeta que nos salvará de las
lanzas del enemigo – al cabo lo que más le entusiasmaba de todo aquello era la
posibilidad de trabar combate dentro de los hierros que conformaban el casco del
carguero a la deriva.
Sin perder más tiempo comenzaron a correr a lo largo de los pasillos del carguero, Tuko
delante, con las gafas puestas siguiendo el mapa superpuesto que les guiaba
directamente hacia el puerto oculto. Detrás de el su capitana y cerrando la agrupación el
cabo, que ni por un segundo perdía de vista la retaguardia.
Cruzaron varios niveles utilizando un ascensor de carga que les llevo hasta la cámara
numero 2, una de las tres cámaras principales de carga del pecio. Al llegar allí la imagen
que les esperaba era la de un inmenso espacio distribuido en diferentes niveles de una
estructura reticulada que almacenaba cofres similares, cientos de ellos. Algunos más
grandes se almacenaban en el nivel inferior. Los más pequeños, parecidos a sarcófagos,
eran oscuros y en ellos era fácilmente visible la unión de las dos partes del cofre en el
medio. A un lado de la unión un número de cuatro cifras y al otro una serie vertical de tres
ideogramas en chino mandarín. La capitana hizo gala de sus conocimientos en lenguas y
tradujo lo que podía leer en uno de los cofres más cercanos a la pasarela de servicio.
– Son armaduras de combate clase Shàng Jí, desde luego aquí tienen suficientes
como para armar a todo un regimiento.
– Son un regimiento – una voz surgió de entre las sombras.
– ¿Quién demonios hay ahí? - Rugió Martillo al tiempo que se giraba con virulencia
hacia el foco del sonido, encañonando el espacio vacío.
Surgidas de la nada, tres figuras se abalanzaron hacía el equipo nómada sin apenas
darles tiempo a reaccionar. La capitana apenas tuvo tiempo de acertar en el pecho de una
de ellas, que se desvaneció ante sus ojos. Las otras dos figuras se lanzaron contra
Martillo mientras tiraba la ametralladora al suelo e intentaba sacar su revolver. De un solo
golpe, una de las figuras lanzó al cabo por los aires, que apenas tuvo tiempo de agarrarse
a la barandilla de la pasarela y salvarse de caer al vacío. Tuko aún no había sido capaz
de comprender lo que pasaba cuando sintió un fuerte golpe en el estómago que le dejó
sin respiración. Al menos pudo ver la cara de su agresor, un tipo joven, de rasgos
claramente orientales, con un traje verde oscuro reforzado con protecciones naranjas que
le cubrían los hombros y el pecho. Escuchaba a la capitana que se apartara como si lo
hiciese a través de una mampara de plomo, apenas podía escucharla. Sintió como sus
pies se separaban del suelo, aquel tipo era fuerte. Después sintió como su espalda se
golpeaba contra el pecho de la capitana mientras veía como su enemigo golpeaba con
certeza los dedos de Kira para desarmarla.
En un solo instante, Martillo colgaba de la pasarela sujeto a la barandilla con una sola
mano, la capitana desarmada tumbada boca arriba y Tuko sobre ella intentando recuperar
el aliento. De pie, en postura de combate, un hombre con las manos desnudas les había
reducido.
– Son un regimiento, están listos para actuar y pueden despertar en cualquier
momento. Si lo hiciesen, os convertirían en polvo – Continuó hablando el soldado
enemigo.
La capitana se revolvió en el suelo, sacó su pistola reglamentaria y apunto al desconocido
con ella.
– Las orquídeas harán el resto – dijo el soldado desconocido sin inmutarse.
La capitana Kira no disparó. Se quedó petrificada, observando a aquel desconocido
surgido de la nada que les había atacado para luego quedarse esperando.
Tuko se levantó despacio y se echó a un lado, con la espalda apoyada en la barandilla de
la pasarela. Martillo ya había conseguido volver a poner los pies sobre la pasarela. La
capitana volvió a enfundar su pistola, se levantó y recogió el fusil. Aquí todos sabían algo,
todos menos Tuko, que se había subido las gafas a la frente y les observaba con ojos
atónitos.
– Danza de pétalos en el ocaso – le respondió Kira.
– Marcha de los débiles hacia el Sol que aguarda – continuó el desconocido.
– Cubren los pétalos el cuerpo del soldado.
– Pistilos dorados atraviesan su cuerpo.
– Se queman los ojos de los desesperados.
– Las orquídeas harán el resto – terminó la capitana, para después continuar – no
esperaba encontrar a un miembro del Gabinete aquí y menos infiltrado en el
Servicio Imperial.
Ahora que había bajado los brazos, podían verse los emblemas en su placa pectoral. A la
derecha el emblema del Servicio Imperial y sobre el corazón un emblema que Tuko no
había visto antes.
– Los recursos del Gabinete son limitados pero intentamos ser de la mayor utilidad
posible a los intereses de sus miembros – al tiempo que el soldado hablaba Kira se
sacaba el casco.
– ¿Cómo has conseguido entrar a formar parte de la tripulación del Ariete? - preguntó
la capitana.
– ¿Cómo sabes eso?
– Por dos sencillas razones: la primera, que ese ideograma que representa tu unidad
significa Ariete en un dialecto del norte de China propio de regiones fronterizas con
la antigua Mongolia y dos, que solo una unidad tan arrogante y sobrevalorada
como esa se permite el lujo de desplazar el emblema del servicio y situar el suyo
propio sobre el corazón.
– Un solo oficial de esta unidad ha bloqueado a tres intrusos nómadas dentro de
instalaciones del Estado Imperio, aún siendo fiel al Gabinete, podría arrestaros y
ganar puntos para conseguir más influencia dentro del Servicio. Pero os aseguro
que vuestro juicio terminaría con vuestros cuerpos inertes metidos en bolsas de
plástico. Servís mejor a nuestra causa vivos, los datos que tiene tu hacker deben
salir de aquí y ser analizados en profundidad.
– ¿Qué contienen?
– Lo que ahora nos rodea son cientos de soldados en sueño latente listos para entrar
en combate en menos de 20 minutos. La tecnología Yu Jing ha desarrollado
métodos de hibernación menos agresivos que permiten despertar a los durmientes
en mucho menos tiempo y evita las jaquecas y los mareos típicos de los procesos
de sueño criogénico profundo. La única contrapartida es que no pueden entrar en
salto hiperespacial en este estado
– ¿Y para qué quieren usar este método si luego no pueden viajar?
– Están trabajando en ello y han conseguido grandes avances aunque de todos
modos no es algo que les preocupe actualmente. De algún modo, el alto mando
del Estado Imperio ha conocido cuales han sido los últimos movimientos del
Ejercito Combinado y siempre han estado allí para hacerles frente. El incidente de
Korodera estaba perfectamente planeado. No hay otra explicación al hecho de que
aquellas portanaves estuviesen tan cerca y en disposición de combatir.
– Pero si estaban prevenidos, ¿porqué no utilizaron las fuerzas suficientes como
para repeler el ataque por completo? - La capitana parecía completamente
confundida – ¿acaso el alto mando Yu Jing está aliado con el EC?
– No lo parece, me temo que utilizan solo la fuerza necesaria para resistir el ataque
durante un tiempo limitado, como si estuviesen probando su tecnología y midiendo
la capacidad de respuesta del enemigo.
– ¡Eso es grotesco! – interrumpió Tuko claramente enfurecido – pudiendo salvar a
toda esa gente limitarse a analizar y robar datos es inhumano.
– No sería la primera vez que una nación utiliza un conflicto en el que no participa
para probar su tecnología – respondió la capitana al hacker con severidad –
durante el siglo XX incluso se llegó a utilizar armamento atómico contra población
civil.
– Todo para saber hasta donde podían llegar – continuó el oficial chino – pero el
juego que están llevando a cabo ahora es muy peligroso y los avances
tecnológicos que estamos viendo ahora son sospechosos, demasiados en muy
poco tiempo. Yo mismo llevo un prototipo de armadura para oficiales, microfibras
injertadas en el tejido de mi traje multiplican mi fuerza, con vosotros no pero con el
chico he tenido que controlarme.
– ¡Eh! - se quejo Tuko.
– Me dejo llevar y el codo me sale por tu espalda chaval.
– ¿Cuál crees que puede ser la causa? ¿Aleph? - preguntó la capitana
– Puede ser, casi parece la única respuesta posible, pero la IA no se arriesgaría a dar
tanto al Estado Imperio sin ofrecer una contrapartida a Panoceanía y nuestros
informadores no han registrado movimientos en ese sentido. Me temo que mi
glorioso País ha encontrado algo que no desea compartir con el resto y ha puesto
mucho celo en que nadie lo descubra.
– Tohaa – Martillo entró en la conversación con una sola palabra.
– Podría ser, pero se han mostrado siempre más receptivos a Panoceanía que a
nosotros.
– Tu trabajo es informar, no investigar y realizar conjeturas, ¿qué haces aquí? -
instigó la capitana al soldado chino.
– Esto ha sido una casualidad, formo parte de la tripulación del Ariete y es esa
fragata la que prácticamente ha destruido tu flotilla, ahora mismo tres Sù-Jián se
encuentran a bordo del carguero buscándoos.
– ¿Y qué demonios hacemos aquí parloteando? - el cabo se había puesto en guardia
al instante.
– Tranquilo, uno de ellos lo piloto yo y está claro que no lo estoy moviendo. Los otros
dos han sido hackeados por algún hábil muchacho y se encuentran bloqueados en
la tercera plataforma. Conocen perfectamente vuestra situación así que ya habrían
llegado de haber podido.
– En cuanto los recuperen seguirán el rastro del programa de bloqueo y llegarán
hasta ti – a Tuko le sorprendía una estrategia tan simple.
– No creas, te he dejado abierta una pasarela digital para que llenes a esas
máquinas de tanta porquería que cuando los analicen mi programita será lo último
que encuentren.
– ¿Cómo es posible que no sepan que ahora estás con nosotros? - Kira no
terminaba de fiarse de su informador infiltrado.
– Soy el agente del Servicio a bordo del Ariete, yo soy el que los controla a ellos,
ellos no pueden controlarme a mi – el soldado se señalaba el hombro izquierdo
donde mostraba su insignia como agente de control imperial – Lo importante ahora
es la misión que tu y tu reducido equipo vais a desempeñar capitana Kira, debéis
enviar cuanto antes los datos obtenidos aquí al Gabinete y después dirigiros al
cuadrante que aparece como último punto de atraque de este carguero.
– ¿Cuál es la clave de la pasarela digital? - Tuko había estado intentando entrar en
los Sú-Jián sin éxito.
– Seguro que no te olvidas, CHAVAL – el soldado se dio la vuelta y echó a correr
– ¿Cómo te llamas? - preguntó Tuko.
<<Long>> escuchó Tuko mientras su extraño aliado se esfumaba a través de la pasarela.
Tuko apenas había terminado de digerir lo que había oído cuando la capitana, con el
casco otra vez puesto les ordenó que se pusiesen en marcha. Debían alcanzar el muelle
oculto y escapar con un interceptor del alcance del Ariete. De peores situaciones había
conseguido salir la capitana y está no iba a ser la última.
Comentarios
Publicar un comentario